sábado, 25 de abril de 2009

Un video de 7 años atrás / Mi particular homenaje al 25 de abril


El video: una entrevista sobre una novela.

Navegando en la red he encontrado el video de Terra. Fue a propósito de mi novela Los días de Eisenhower. Pinchando aquí podéis ver y escuchar la entrevista que, a finales de 2002, me hizo una periodista de Terra. ¡Cómo pasa el tiempo!

Algunos críticos emparentaron aquella novela con la narrativa de Marsé. Algo de razón había en ello, aunque existían otros vínculos literarios y otros referentes. Estos días en que hemos vuelto a la narrativa de Juan, recobro la memoria de aquella novela de 2002 para rendirle un homenaje complementario.

Mi particular homenaje al 25 de abril

Es el rescoldo, todavía vivo, de una vieja chaqueta de pana. La chaqueta de pana de aquel año universitario en el que aún vivía Franco y escuhábamos a Bob Dylan y a Joan Baez, nos dejábamos cautivar por las voces semironcas de Melanie o de Janis Joplin y nos enamorábamos con las canciones de Serrat y veíamos, como devotos escondidos en las catacumbas donde se adoraba al cine, en cine clubs semilegales, las películas de Bardem o de Berlanga y las obras maestras de neorrealismo italiano, o estudiábamos, con lápiz rojo para subrayar, los ensayos de Marcuse o de los filósofos, que tenían algo de mágico, de la Escuela de Frankfurt. Yo, entonces muy joven, estudiaba de noche en la recién inaugurada Facultad de Ciencias de la Información de la Complutense. De día, trabajaba en el Banco Popular (desterrado, por razones políticas, en un viejo archivo ubicado en una calle Toledo próxima al Manzanares que todavía guardaba la fisonomía urbana del mejor Baroja)...
Y una mañana de abril llegó la noticia: la primavera inundó España aunque todavía no llegaría la libertad. De Lisboa llegaban hermosas novedades. Y claveles. Y carteles. Yo llevaba una chaqueta de pana de color miel: con ella me tumbé más de una vez en la hierba de los jardines de la Universitaria, en sus bolsillos quedaron hebras de tabaco de pipa, y en su solapa, en un ojal difícil, casi cerrado, coloqué un clavel muy rojo, muy frutal, muy nuestro: porque también ella y yo nos amábamos, éramos un mundo indivisible y lleno de futuro. De esa chaqueta de pana de color miel nacería, más de 15 años después, el poema "Chaqueta de pana" que formó parte de mi libro El muro transparente (Madrid, 1992). Es mi particular homenaje a un 25 de abril que no puede excluirse de la memoria colectiva. Para los que nacimos en la década de los 50 y ya somos cincuentones, para los que nacieron en los años 60 y son acuarentados (hermoso vocablo de MVM), para los que, nacidos en los 70 son treintañeros y para los que asomaron a la vida en los 80: para todos. Aquí os dejo las dos estrofas finales del poema --el poema completo está a vuestra disposición en la antología Monólogo del entreacto (Hiperion, 2007)--, esta suma de pequeñas cuadrículas de una memoria irrepetible. Es vuestra también:

Todo un tiempo resume: aquel que crece
en el portón que derribamos
sólo un poco. El que tuvo un clavel
en la solapa. El que compuso
un horizonte de imperfecto vuelo.

Oh símbolo del viento derrotado.
Oh chaqueta de pana sorprendida
entre ropa en desuso y viejos discos.

1 comentario:

Gabriel Ramírez dijo...

Yo que soy acuarentado, viví de cerca lo que os sucedía en la universidad. Mi hermano mayor es cincuentón. Del algún modo, Dylan, Baez, Joplin y Serrat me dejaron el recuero sembrado de experiencias vicarias que terminaron siendo fundamentales en mi vida.
Yo me tumbé en otra hierba más nueva y más verde, pero me encontré con la forma de los que ya habían estado por allí. Con su chaqueta de pana.
La pena es que ya no quedan portones que derribar porque no hay portones por los que luchar. Sin ruido nos los han ido quitando todos. Y nos hemos dejado engañar.
Qué buena entrada, Manuel. Un abrazo.

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