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sábado, 14 de junio de 2014

Escritores en la RDA: a propósito de "Al otro lado del muro"

Hace poco terminé la lectura de un libro a tener muy en cuenta en este tiempo. Desde el punto de vista estrictamente literario, pero también a la luz de la situación que vivimos en España y en Europa y, sobre todo, de la irrupción de miradas y proyectos cargados de utopía, de sueños respecto a una sociedad  nueva, anticapitalista, basada no en la lógica del mercado sino de los intereses y necesidades colectivos, de los hombres y mujeres que la componen. 

El libro nos sitúa en una sociedad no imaginaria, sino real (que lo fue y que sigue siendo real en otras partes del mundo): la de Alemania Oriental, la de la antigua RDA. Se trata de Al otro lado del muro. La RDA en sus escritores, una antología de textos realizada por Ibon Zubiaur, de la que es, además, prologuista y traductor ya que, como él mismo subraya, ha optado por textos antes nunca traducidos.

Alexanderplatz, plaza emblemática del antiguo Berlín Este
El libro es una suerte de radiografía de la literatura, de la vida literaria y de las más íntimas obsesiones y preocupaciones de los escritores de aquel país desaparecido, representada en relatos, conferencias, textos de circunstancia y fragmentos de novelas en los que se filtra la cotidianidad de un mundo lleno de contradicciones y claroscuros. Desde la óptica occidental no es fácil entender ni  asimilar la realidad que en ellos se describe: desde la entrega desinteresada y casi entusiasta en la construcción de la nueva sociedad de los primeros años de la postguerra hasta las decepciones y  distanciamientos críticos de los años previos a la caída del muro (sobre todo a partir de la expatriación, en 1976, de Wolf Biermann). En la antología están presentes trabajos de autores ya conocidos por el lector español como las narradoras Brigitte Reimann o Irmtraud Morgner, el polifacético Jurek Becker o Günter de Bryun, el autor de la conocida obra El asno de Buridán, junto a otros autores que, por su militancia comunista o su compromiso con el régimen, no fueron divulgados de manera suficiente al otro lado del muro o, simplemente, fueron considerados escritores “de partido”. 

Stefan Heym
No es difícil, al leer el libro, recordar la magnífica ambientación de la cotidianidad de la RDA que se dibuja en dos películas de notable éxito en los últimos años: Good Bye, Lenin, de  Wofgang Becker, y La vida de los otros, de Florian Henckel. De algún modo, la experiencia que viven la anciana enferma a la que su familia intenta ocultarle la caída del muro de la primera o el autor dramático sometido a un permanente espionaje de la segunda, se advierten, en distinto grado, en los trabajos antologados por Zubiaur. En ellos está la vida diaria del escritor comprometido con el socialismo que ha de compartir la experiencia de la fábrica o de la obra en la construcción, asoma el mundo literario, condicionado de manera terrible por el sistema, la doble vida de cada escritor, con la mirada puesta en las editoriales occidentales y en la necesidad de mantener un estatus en la propia RDA, las lecturas, el sistema educativo, las fiestas, comidas y encuentros, celebrados las más de las veces en los domicilios de los escritores pero sujetos a la mirada de la Stasi o del confidente de turno, el papel de la Unión de Escritores….  El mundo que se filtra en ellos no es un todo uniforme: pasa de la visión entusiasta de los primeros años de la RDA (el escritor, consciente de su papel en la sociedad combina su trabajo manual con el intelectual, confía en el juicio de los obreros sobre sus obras, vive la realidad productiva desde dentro), marcados por la memoria de Hitler y por la necesidad de abrir paso a un sistema nuevo, distinto al capitalismo, a la mirada escéptica, casi desafiante de quienes comienzan a ver en el sistema, más de treinta años después de su fundación, un callejón sin salida o a apercibirse de que la única salida seria una imposible evolución hacia la democracia y hacia una economía mixta y flexible de corte europeo.

Es preciso resaltar que los autores de Al otro lado del muro leían y escribían en un ecosistema cultural muy especial: el estado socialista situaba en un primer plano la lectura, la difusión y la venta de libros a través de las editoriales públicas. La gente, en la RDA, leía muy por encima de la media de otros países, compraba muchos libros porque eran baratos y la literatura ocupaba un lugar preferente en los planes de enseñanza. Incluso el Estado, asesorado por algunos de los escritores que venían de la lucha contra el nazismo, miembros del partido comunista, llegó a establecer numerosas fórmulas de apoyo a la literatura mediante premios, becas, cursos, creación de bibliotecas o aportaciones económicas a los escritores y a sus organizaciones.  Junto a ello, la existencia de editoriales públicas, con largas tiradas de clásicos y menos clásicos además de los autores contemporáneos, facilitaba la publicación a escritores no siempre caracterizados por la calidad de sus obras.

De ahí que el lector de un país como España, en el que la literatura y su difusión descansa en una estructura puramente comercial, se sienta extraño ante el mundo que se nos describe. No son pocos los textos seleccionados de Al otro lado del muro en los que el escritor se pregunta por el sentido del compromiso y por los límites estético-artísticos de su obra. O los que diseccionan el sistema de ascensos, premios y caídas en desgracia en el mundo literario. O los que retratan, con sutileza, las condiciones de vida del escritor: el acceso a la vivienda, la austeridad obligada, los límites que marca la censura, las compras en el economato, las citas y encuentros con autores procedentes de la Alemania Occidental, las lecturas que llegan de EE. UU., de Francia, de otros países no socialistas…. 
Jurek Becker
El texto que quizá, muestra un mayor interés para el actual lector occidental que quiera adentrase aún más en los resortes que actuaban sobre la literatura en aquel mundo “utópico”, es el que cierra el libro, “La reunificación de la literatura alemana”, de Jurek Becker.  El autor explica cómo en la RDA la literatura se convirtió en campo de reflexión o de desacuerdo con el régimen, de crítica,  incluso de debate político (por muy sutil que este fuera, incluso mediante la lectura entre líneas), con lo cual se trasladaba a los libros lo que en la sociedad estaba prohibido y penado. Becker escribe: “Continuamente hubo libros” (en la RDA) “capaces de generar desasosiego o intervenir en los debates sociales, incluso de incitarlos, de un modo inimaginable en el Oeste. Para mucha gente los libros eran como un alimento; no los necesitaban para su recreo, son para afrontar mejor la propia vida”. Y añade:  “ era interés por los propios asuntos públicos, que no podía verse satisfecho de otro modo”.
Irmtraud Morgner
En cualquier caso, todos los escritores antologados reflejan, con mayor o menor intensidad, una doble pulsión: la de sentirse moralmente comprometidos con la construcción del socialismo y la conciencia de que el propio régimen iba generando, poco a poco, los instrumentos de su destrucción.  Por eso, la lectura de Al otro lado del muro es tan necesaria en esta segunda década del siglo XXI en la que parecen recuperarse algunos de los impulsos utópicos generados tras la Segunda Guerra Mundial. Para recapacitar sobre los límites del socialismo cuando no se sustenta en una democracia sólida, para valorar las consecuencias de un sistema igualitario basado en la inexistencia de partidos pero con una estructura "de mando" de partido único que genera burocracia y represión. Todo eso está en las reflexiones y en las obras de creación de los autores antologados. Es la doble cara de una utopía no realizada (quizá por irrealizable).
Es de agradecer el empeño y la pasión que Ibon Zubiaur, con el respaldo de dos editoriales independientes, Errata naturae, editora de este libro y de La ciudad del mañana, y Bartleby, que publicó la primera novela de Brigitte Reimann y los relatos de Irmtraud Morgner, está poniendo en la recuperación para el lector en castellano (pero no sólo) de una literatura que no por relegada deja de ser valiosa para el lector de hoy.
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Al otro lado del muro. La RDA en sus escritores. Edición de Ibon Zubiaur. Stephan Hermlin / Stefan Heym / Erich Loest / Brigitte Reimann / Helmut Sakowski / Franz Fühmann / Erik Neutsch / Hermann Kant / Günter de Bruyn / Irmtraud Morgner / Volker Bran / Wolfgang Hilbig / Hans Joachim Schädlich / Günter Kunert / Jurek Becker. 259 pags. Errata Naturae. Madrid, 2014.

jueves, 6 de junio de 2013

La correspondencia entre Brigitte Reimann y Hermann Henselmann: diálogo y amor en la RDA

En el otoño de 2007, Ibon Zubiaur propuso a Bartleby la edición de una novela de Brigitte Reimann, una escritora fallecida prematuramente de un cáncer galopante a los 39 años de edad en Berlín Este. Era alemana y residente en la antigua República Democrática y mostraba, con todos los condicionantes imaginables y de una manera contradictoria, una actitud crítica hacia el socialismo real. La novela era Los hermanos, publicada en 1963, un año después de que fuera construido el Muro de Berlín, y galardonada con el más importante premio de aquel país: el Heinrich Mann. Una obra deslumbrante en la que Brigitte Reimann reflexionaba sobre su experiencia familiar —su hermano había huido al Berlín Oeste— y sobre la labor creativa en la realidad en blanco y negro de la RDA a partir de su experiencia como trabajadora “de la literatura” en un complejo industrial en la ciudad de Hoyerswerda.  Cuando, en 2008, Los hermanos se publicó en España (en Bartleby, con traducción y prólogo de Ibon), se vivía una recuperación crítica de la realidad cotidiana en la “otra Alemania”. Había curiosidad y, sobre todo, necesidad de contemplar la vida colectiva bajo el régimen comunista desde el interior, a partir de la experiencia de quienes allí vivieron. A esa curiosidad respondían películas como La vida de los otros o Goodbye Lenin, ambas con un notable éxito de espectadores y de crítica.

En los años siguientes, Ibon me hizo llegar parte de la correspondencia que Brigitte mantuvo con uno de los más importantes y originales arquitectos de la RDA en los años cincuenta y sesenta, Hermann Henselmann. Los leí a retazos dada la imposibilidad de publicarlos en Bartleby por falta de colección adecuada. 
Brigitte Reimann
Pero, por fortuna, no han quedado inéditos en castellano. La pequeña editorial errata naturae me ha hecho llegar la edición española, con el título En la ciudad del mañana, de esa correspondencia. En cuanto he tenido un hueco, me he metido en su lectura. Ha sido (está siendo) una experiencia fascinante. No es fácil, ciertamente, sentirte atrapado por un libro basado en un intercambio de cartas. Sí lo ha sido en este caso. Como si de una novela se tratara, desde que leí el primer fragmento de la carta de Hensselmann que abre el libro —«Querida señora Brigitte Reimann: Esta carta  solo quiere ser una noticia: su libro Hermanos ha conmocionado a toda nuestra gran familia: chicos y chicas, jóvenes y adultos»— no he podido dejar su lectura. Me ha acompañado en el metro, en el autobús, en los momentos libres que me dejan la escritura  y otras obligaciones . 
Hernann Henselmann
En la ciudad del mañana es la crónica de una amistad  que de manera sutil se convierte en ocasiones en amor, casi en pasión. Es la crónica de la admiración mutua, de la devoción de una Brigitte joven, inteligente y bella, por un arquitecto que considera a la arquitectura como una de las bellas artes (se considera artista) casi treinta años mayor que ella. Las cartas, entreveradas con fragmentos de los diarios de la Reimann que clarifican el contexto y el momento en que fueron escritas, son un caleidoscopio de la realidad interior de la RDA. Las miradas de ambos, víctimas del sistema y, a la vez, con un protagonismo indudable dentro de su élite cultural están cargadas de complejidad, se mueven entre la aceptación y el respaldo al proyecto de “sociedad nueva” que encarna el partido comunista y la crítica, a veces sutil y a veces abierta, a sus excesos. Hensselmann, cuando se dirige a Brigitte para comunicarle la impresión que le había producido la lectura de su novela, es un arquitecto más que consagrado. Grandes proyectos como la Avenida Stalin (su nombre actual es avenida de Carlos Marx) o la Torre de la Televisión y parte de la vivienda social de Berlín Este estaban firmados por él y el reconocimiento, dentro y fuera de la RDA, era notorio.

Hablan, con sus decepciones (más Brigitte Reimann) y con sus entusiasmos (más Henselmann), de un mundo en mutación, confían en que en algún momento la RDA puedaa ser ejemplo a seguir por la República Federal, se refieren al hombre nuevo, a los trabajadores como “nuevos clientes” del arte y de la literatura: en una carta del 29 de diciembre de 1964, Henselmann cuenta la siguiente anécdota:
Portada de Los hermanos.
 Bartleby, 2008
«Recibo a veces, como sabes, visitas del Oeste. En las últimas cuatro semanas tuve dos visitas interesantes. Una de ellas era un periodista muy famoso de The New York Times, y otra es un amigo mío, de tu edad, que es catedrático de Pedagogía y Ciencias Sociales en Berlín Occidental. Un socialista. Un hombre del SPD. No es comunista. // Este último dijo en la charla, al hablar de los cambios en la RDA, algo así como: “Haced bien lo vuestro, por Dios, porque sois nuestra única esperanza”».
El partido, sus funcionarios, los escritores-políticos, la Unión de Escritores como catalizador de iniciativas culturales y como cauce para la publicación de libros, las ciudades fabriles y la construcción de viviendas con materiales prefabricados frente a la arquitectura tradicional. El mundo literario y el mundo del pensamiento urbanístico, los cursos y encuentros de la época, la relación, casi siempre epistolar, con Berlín Oeste, de Henselmann, la cotidianidad en barrios que pretenden ser ideales pero que nacen con carencias —de gran interés las referencias de Brigitte a la ausencia de lugares de diversión para jóvenes, a la necesidad de construir espacios para su ocio—,  la censura…. Los autores de la época, de dentro y de fuera de Alemania, desde el pro nazi Knut Hamsun hasta Christa Wolf, Gorki o Thomas Mann pasando por el Semprún de El largo viaje o por el Böll de Opiniones de un payaso. Todo eso está en En la ciudad del mañana y puede contemplarse como la mejor radiografía de una época y de un país.

La correspondencia se inicia en  mayo de 1963: solo habían pasado catorce años desde la constitución de la RDA en la  Alemania ocupada por la URSS, por lo que las esperanzas en una sociedad distinta se mantenían, en gran medida, intactas. Aunque con dudas, arquitecto y escritora confían en la nueva sociedad, consideran al partido como guía y pensador colectivo, creen en los trabajadores y campesinos (aunque a veces Brigitte se refiera a ellos con un poso de ironía), nos ofrecen una visión de la sociedad en vivo, muy alejada de las convenciones al uso y, sobre todo, de la mirada simplista que entonces se proyectaba por no pocos observadores desde la Europa Occidental y con la que se llenaban páginas y páginas de revistas y periódicos. Bien es verdad que las cartas muestran, también, la evolución del desencanto ante la distancia entre el proyecto y la realidad, un desencanto que se hace decepción y amargura tras la invasión de Checoslovaquia por el ejército soviético en 1968 y que ella vive especialmente al tener a su hermano “exiliado” en la Alemania federal.
También es una historia de amor. Contenido, como corresponde a la relación entre dos personas de edades separadas por treinta años, pero visible tras determinadas expresiones y eufemismos y, por tanto, real y contradictorio. Un amor que se tradujo en un vivo intercambio de impresiones sobre la novela que estaba escribiendo Brigitte, Franziska Linkerhand, que dejaría inacabada y cuya publicación se produciría en 1974, con cortes de censura, y en 1998 en versión íntegra, según contaba Zubiaur en el prólogo a Los hermanos.
El libro se cierra con una carta muy posterior de la esposa de Hensselmann a una Brigitte Reimann que llevaba veinte años muerta. Fechada en mayo de 1994, es un emocionado recorrido por su relación (y la de su marido) con la novelista.  Un hermoso cierre de un libro imprescindible.

Mi vida en la UVA de Hortaleza: una entrevista de Juan Jiménez Mancha

Reproduzco, a cotinuación, la entrevista que Juan Jiménez Mancha publicó, en diciembre de 2020, en El Periódico de Hortaleza . Creo que el...