lunes, 11 de enero de 2010

Nieve: un poema de hace 15 años

Lo escribí hace muchos años. Apareció en mi libro Quebrada luz (1996) y es un poema que siempre regresa a mi memoria cuando la nieve desciende sobre la ciudad y puedo contemplar su caída, como ahora, desde la ventana a la noche de mi cuarto de trabajo. Raymond Carver, C. K. Williams, Auden, Gerardo Diego, Luis Cernuda escribieron hermosos poemas con el telón de fondo de la nieve. En La tierra de Alvargonzález, de Antonio Machado, la nieve es, más que un fenómeno meteorológico, un personaje del poema/relato del mismo modo que es amenaza para los caminantes que acaban buscando el calor del mesón en noches de ventisca por los viejos caminos de Soria. Nieve urbana y sucia de Sandburg, nieve en las montañas del Guadarrama en Leopoldo Panero o en Enrique de Mesa; nieve de la desolación en los poemas de Celan, en los relatos de Kafka, en las novelas de Lars Gustaffson o en los perturbadores cuentos de Herta Müller.


"Nieve desde la ventana". Foto del autor de blog. Enero 2009
Y nieve crecida en la más recóndita esquina del corazón de mi infancia, de todas las infancias. La que viví de niño en los descampados de mi barrio y la que, cuando eran niños, sorprendí, en las mañanas de nieve, en las pupilas de mis hijos. Esa es, de forma depurada, la nieve que tiembla en el poema que escribí hace tantos años. Aquí os lo dejo. Como un extraño regalo en esta noche de nieve y puertos de montaña cerrados y calles intransitables.

NIEVE
La sorprendida nieve
cubre tu corazón, que es como el valle.
Como el valle de enero, luz helada. Aire en suspenso
como una larga duda
temblando bajo el humo de la tarde.

Llegamos de la nieve con los años al hombro. En esta tierra,
la de la eternidad imaginada, la infancia que perdimos
tiene en la nieve su más estricta luz, su posesión,
su amanecer, su aliento.

¿Quién olvida
esa luz fría que puso a nuestro alcance la mañana
de un enero perdido en la maleza? ¿No es acaso
parte de la memoria su fría longitud, tierra sin voz
su contextura?

Crecimos con su imagen
prendida a nuestros ojos, asediando la casa,
extenso territorio al que no se retorna.
No se vuelve a su luz. Tampoco a su silencio.
No se regresa al alba
que nos mostró la nieve un viejo enero.

La manchó el tiempo.
Como barro, los días
destruyeron su luz inmaculada, esa tierra sin voz
donde muere la aurora,
se afirma la pisada, busca el lodo, las hierbas ateridas,
las cruel posesión que fue el invierno
bajo la blanca luz que recordamos.
                                         (De Quebrada luz. 1996)

4 comentarios:

colorprimario dijo...

Gracias.

D.

Unknown dijo...

Bello poema, Manuel, que me ofrece otra dimensión de la nieve. Mi poema nevado de hoy sería terrible, helado, peligroso y un poco triste. Un abrazo y muchas gracias.

Manuel Rico dijo...

Buenas tardes, Iconos. La verdad es que tu comentario me deja desconcertado. Espero que no se trate de algo que te afecte personalmente, de algo irreparable.

Con mis deseos mejores.
Otro abrazo.

Unknown dijo...

Amigo Rico: ha sido el contraste entre la belleza de tu poema y la sensación que ayer y hoy me ha provocado la nieve lo que generó mi comentario. Nada importante, sólo un desequilibrio entre tus versos y mis sensaciones, y eso que soy gente de nieves abundantes y fríos afilados. Un abrazo.

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