jueves, 18 de septiembre de 2008

Blogs ajenos: espacios de reflexión, puertas

Hace unos días, una lectora que suele recibir invitaciones a las presentaciones de mis libros o a otras actividades literarias en que participo, me envió un correo electrónico en el que, además de referirse a asuntos que no vienen al caso, me expresó su incomodidad por lo que considera excesivo ego de los escritores. "Ustedes se autopromocionan y ya estoy harta de que permanentemente se ocupen de sus libros. Sus invitaciones por e-mail son de un autobombo insoportable", me dijo. No deja de tener razón. El peso cada vez más relevante de la red nos lleva a sustituir el tarjeton y el mailing tradicional de las editoriales por envíos masivos de correos electrónicos y a hacer del blog personal un espacio de publicidad de los libros propios. Probablemente sea inevitable pero reconozco que para muchos lectores (también para escritores que se inician o que tienen dificultades para publicar) esa labor puede tener un filo molesto. Hasta aquí, el negativo.
¿Cómo corregirlo? Por una lado, atemperando el ego y abriendo en el blog un espacio para mostrar la propia obra de la manera más "objetiva" posible, pero sin que ese espacio sea el predominante. Es decir, posibilitando que lo dominante en él sea la reflexión sobre la literatura y sobre la vida, la creación literaria, el debate y... ser puerta de acceso a otras reflexiones, a otros espacios de creación, es decir: a otros blogs, a otros portales, a páginas web interesantes.

A partir de hoy, en el espacio "Blogs recomendados" de Al margen, añado a las direcciones que lo han acompañado desde su nacimiento (Bartleby Editores y Cuaderno de viaje de Pepo Paz) seis ventanas, o seis pasillos a lugares en los que se opina, se piensa, se discrepa, se crea. Sobre todo esto último: se crea. El blog de Manolo Vilas, poeta y narrador (o narrapoeta) de escritura ágil, acerada, crítica, abierta a todos los recovecos de la realidad, cuyo último libro poético, Calor (DVD, 2008), nos muestra el envés de un mundo duro, desmemoriado, injusto. También tierno y, como diría Ángel González, acariciado. Manolo: aquí tienes una puerta. Para entrar y para salir. El de David González, poeta asturiano de verso amargo y afilado, crítico y tierno a la vez, desolado e insumiso, enfant terrible apegado a los submundos de una sociedad que se hizo en los bordes de la minería y de la menesterosidad. El de Vicente Luis Mora, profeta de la obra total que sustituya al mundo (o que enriquezca al mundo), lector empedernido, poeta arriesgado, entre la vanguardia y la ciencia y la sentimentalidad, narrador y ensayista de un provocador Singularidades (Bartleby, 2006) y de un recentísimo Pasadizos (Páginas de Espuma, 2008), a quien en el ya lejano 1996 (¿ó 1997?, hablo de memoria, perdóname si equivoco la fecha, Vicente) tuve el placer de presentar en el círculo su novela modrileñoglobalizadora Circular en su primera edición (tiene una segunda, corregida, de 2007) en el Círculo de Bellas Artes. Hasta aquí las tres primeras ventanas: blogs ajenos, blogs de adversarios o cómplices dialécticos, de amigos. Sí: de AMIGOS.
Las otras tres ventanas no son blogs: son páginas web, o portales, como os parezca. La primera, de un hermano con el que he discutido hasta el gozo dialéctico de la tensión extrema: Juan Carlos Mestre, poeta y pintor y grabador y dibujante, artista, autor de un libro reciente, La casa roja (Calambur, 2008), que está, a mi juicio, entre los tres mejores libros de los últimos cinco años (qué maravilla Juan Carlos, tu poema "Carpe diem", o "Ellas", tantos poemas de esa casa roja que acoge a todos los rojos y perseguidos de la Historia): en Al margen, brindo por ti y por tu obra y abro una puerta a tu mundo mágico, extraño, maravilloso. Las otras dos son para quien hace cinco años nos dejó en la soledad del aeropuerto de Bangkok: Manolo Vázquez Montalbán (Isabel Pérez Montalbán, su "sobrina" poética y sentimental, estoy seguro, lo va a agradecer infinitamente). Sí, Manolo, donde estés, te informo de que aquí abro dos ventanas hacie tí: la de tu página oficial y la de tu página oficiosa (vespito.net).

Y como los poetas deben terminar sus peroratas (¿qué es esto sino una perorata?) con poema, como homenaje ante el quinto aniversario de su huida al lugar del que no se vuelve, reproduzco un poema propio a él dedicado aunque en una versión todavía no definitiva. Ahí va el poema dedicado a Manuel Vázquez Montalbán, in memoriam:

Fue en el Palace. No es fácil recordar

la ropa que llevabas. Sí tu frágil estatura,

tus ojos poco azules, tu belleza

más que discutible: bajo y sentimental,

amigo y memorioso, tenaz y periférico,

tierno y muy mala leche, firme como

las miradas robadas en días vulnerables

en cualquier autobús de amanecida.

Venías de la luz algo astrosa del Raval.

Venías al lector que te aguardaba

con ese temblor viejo y púber a la vez

donde el pánico se ablanda con la proximidad del mito.

El amigo que fue parte

de la ciudad sobrante y fronteriza.

El que escribió vengando la vida escrita por los dioses

para trocarse en dios muy asequible.

El que no tuvo miedo aunque cruzara

su corazón el miedo del noi menesteroso

de la familia erradicada del sur y de la noche.

Fue en la noche. Y fue muy claro

lo que era oscuridad antes de conocerte:

la sucia luz del barrio de tu infancia era mi luz borrosa y la noticia

de un padre desnortado y roto reflejaba

mi orfandad de pana y de taberna.

1 comentario:

Anónimo dijo...

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