miércoles, 17 de octubre de 2007

El crítico embozado ataca de nuevo

Nueva andanada a este modesto crítico en el blog del crítico embozado. A mi crítica a la poesía reunida de Luis Suñén. Como modelo de rigor en la "contracrítica", el doble argumento de siempre: el poeta reseñado es colaborador de El País y, desde el pontificado del embozado (con rima consonante o ripiosa), es mal poeta. Ni un solo elemento de análisis, ni una línea para replicar a la evaluación del crítico, ni siquiera una observación sobre mi discrepancia con la prologuista, Esperanza López Parada (también colaboradora, por cierto, de El País). Todo un ejemplo.

Como no hay réplicas a mis argumentos literarios y poéticos sobre la evolución de Suñén, sólo diré que frente a la afirmación de que es malo, yo digo que es bueno. Aunque no comparta sus presupuestos estéticos. Esos son los términos del debate que propone el crítico (es un decir) embozado. ¡Cinco críticos constituidos en colectivo para eso! No me extraña que se oculten tras un seudónimo, que se embocen. Aparecer, con tal precariedad teórica, con nombres y apellidos, les pondría en un ridículo de dimensiones históricas.

Sí me parece bastante impresentable el argumento de que Luis Suñen es colaborador (crítico de música) en El País. Recupero ideas expuestas en este blog no hace mucho: colaborar en ese diario es un obstáculo para recibir críticas en el propio diario porque siempre serán descalificadas por principio. Es decir: ni Juan Goytisolo, ni Lobo Antunes, ni Juanjo Millás, ni Rosa Montero, ni Benjamín Prado, por ejemplo, deben recibir crítica en El País so pena de que el crítico sea acusado de lesa parcialidad. Tampoco Manuel Rico como poeta, ni Antonio Ortega, ni Ana María Moix, ni Esperanza López Parada... Es decir: ni el crítico debe ser poeta que publique en editoriales de cierto prestigio, ni debe hacer crítica de poetas que colaboren en su diario aunque sean de muy alto nivel, ni debe aspirar a publicar en los sellos que más venden, ni reseñar a poetas de esas editoriales, ni colaborar en diarios importantes de ámbito nacional. Es decir: el crítico debe ser un completo desconocido, publicar en editoriales desconocidas y no aparecer nunca, bajo amenaza de ser considerado parcial en sus juicios, en antología alguna. Es decir, debe de ser poco menos que anónimo. Como... Addison de Witt. Así no habrá sombra de sospecha, ni de parcialidad.

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